Hará cosa de tres
años paseaba una tarde-noche por el vallisoletano barrio de la Huerta del Rey.
En uno de sus recovecos indescifrables para los carteros noveles vi una
terracita en la que podía tomar el café que me estaba apeteciendo y, a la vez,
leer la prensa. Entré en el bar, creo recordar que se llamaba La Calleja, en
busca del periódico y allí me encontré con una exposición de revistas de los
años sesenta y setenta. Una portada me llamó especialmente la atención, era una
de las de la revista Hermano Lobo y su autor firmaba como Ramón. Un ricachón
arengaba a un grupo de personas planteándoles un falso dilema, les decía: ‘O
nosotros o el caos’. La muchedumbre respondía: ‘El caos, el caos’. El
millonetis impertérrito les cerraba la boca con una sentencia lapidaria: ‘Da lo
mismo, el caos también somos nosotros’. La imagen era de mediados de los
setenta, días arriba, días debajo de las televisivas lágrimas de Arias Navarro.
Una viñeta, una caricatura, una exageración, piensas, porque siempre subestimas
la capacidad humana de hacer el ridículo. Hasta que llega alguien y sobrepasa
el límite. Convención del Partido Popular, Dolores (de) Cospedal, micrófono en
ristre, afirma que hay dos alternativas, el PP o la nada. Y pudimos entender
sin que nadie, a diferencia de la viñeta, replicase a la oradora que la
Convención era a la vez del PP y de la nada.
Frente a esa nada que va desangrando la venas del estado social, erosionando el sistema nervioso de un proyecto colectivo, desvertebrando los territorios que ya no forman un conjunto, poniendo el reloj a girar al revés, un grupo de personas quieren hacerse oír y organizan actos de protesta. Es igual, son quejas de esos nadies que, como escribiera Eduardo Galeano, son hijos de nadie, dueños de nada, ningunos, ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida. Quejas que no llegan porque los ‘álguienes’ son el orden y la ley y tienen a la ley y al orden de su parte. Los nadies Juan y Encarni lo sufrieron en sus costillas y más adentro. Con poco de rabia y un mucho de empatía se alzan protestas contra esa actuación policial. No tienen sentido, cada cosa es lo que es y se engaña quien piense lo contrario. La policía es solo un instrumento. Un instrumento de la nada. Cuando el partido viene malo a los nadies no hay quien los proteja.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 06-02-2014
Frente a esa nada que va desangrando la venas del estado social, erosionando el sistema nervioso de un proyecto colectivo, desvertebrando los territorios que ya no forman un conjunto, poniendo el reloj a girar al revés, un grupo de personas quieren hacerse oír y organizan actos de protesta. Es igual, son quejas de esos nadies que, como escribiera Eduardo Galeano, son hijos de nadie, dueños de nada, ningunos, ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida. Quejas que no llegan porque los ‘álguienes’ son el orden y la ley y tienen a la ley y al orden de su parte. Los nadies Juan y Encarni lo sufrieron en sus costillas y más adentro. Con poco de rabia y un mucho de empatía se alzan protestas contra esa actuación policial. No tienen sentido, cada cosa es lo que es y se engaña quien piense lo contrario. La policía es solo un instrumento. Un instrumento de la nada. Cuando el partido viene malo a los nadies no hay quien los proteja.
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