jueves, 12 de junio de 2014

EL RÍO DE TODOS

El río Lempa acaricia casi en su totalidad el territorio salvadoreño hasta besar al océano Pacífico. El gran delta que se forma en la desembocadura es un festival de agua que se va repartiendo en brazos que rodean una tierra firme en la que habitan varias comunidades de indígenas. Hace cinco años estuve en una de esas islas. Para llegar tuve que montar en una barca de madera impulsada por un motorcillo. Conmigo viajaban un par de decenas de mujeres de estas comunidades que volvían de vender un pescado que es la base de su economía. Obviamente, en ese lugar, el exótico era yo y me preguntaron que de dónde era. Al responder que de España, tras unas risas que, todo hay que decirlo, no llegué a comprender en ese momento, una de ellas me dijo algo como que era la presidenta de la peña femenina del Barça y señalando a otra con un fingido desdén, añadió que aquella era la presidenta de la del Madrid.  Una vez puesto el pie en tierra, lo primero que vi en medio del manglar, fue a un grupo de niños y niñas dando patadas a un balón. Y es que el fútbol, este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre en palabras del filósofo italiano Antonio Gramsci, ha llegado por sí solo a cada rincón del planeta, lo ha hecho enamorando a los más y no dejando indiferente a casi nadie. 

También es cierto que saca de quicio y razón a quienes lo denuestan. Lo culpabilizan de todo, lo comparan con el circo y lo hacen responsable de los males del planeta ya que, según ellos, aletarga las conciencias. Culpar al fútbol, sin embargo, es como culpar al agua de los desmanes de algunas empresas embotelladoras. Empresas que se apropian de algo que es de todos, lo envasan y lo venden obteniendo pingües beneficios. La empresa que ‘envasa’ el fútbol ha hecho algo parecido: se ha quedado con el fútbol que fluía y lo vende en ese gran mercado que es el Mundial. Brasil, donde el fútbol era una fiesta, se ha visto atropellada por el fútbol embotellado. Brasil, donde el fútbol es religión, ha aprovechado el mundial para explicar cómo funciona este tinglado. El fútbol sirve para tomar la temperatura de cada sociedad sabiendo que no podemos responsabilizar al termómetro por estar en el hospital.   

Publicado en "El Norte de Castilla" el 12-06-2014

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