jueves, 5 de marzo de 2015

UNA DE DOS, O LAS DOS

Escribía la semana pasada que nuestros dirigentes (o aspirantes a serlo) no hilan dos frases seguidas sin agarrarse a la palabra ‘ciudadanía’ o sin apelar a los ciudadanos y las ciudadanas. Los unos, los de las organizaciones más ‘viejas’, lo utilizan simplemente como recurso, es su manera de atrapar voluntades con un sustantivo que resulta inocuo, que engloba a todos sin apuntar a ninguno. Es una simple forma de hablar. Para los otros, los de estos partidos de más reciente creación, el ciudadanismo es un concepto en el que asientan toda la potencialidad de su discurso. A pesar de su uso actual, el manejo de este término viene de lejos. La escritora Rosa Luxemburgo ya lo analizó en clave crítica allá por el año 1900 en su obra ‘Reforma o revolución’ donde venía a decir que “La palabra “ciudadano” sin distinciones (…) identifica al hombre en general con el burgués, y a la sociedad humana con la sociedad burguesa’. O sea, que la apelación a la ciudadanía no es más que la base de un discurso interclasista en el que se pretende hacernos creer que todos somos lo mismo, que si las cosas van bien para uno, consiguientemente, irán bien para todos; que esto se arregla (como ocurre en las conjuras de un equipo de fútbol cuando se reúnen tras una derrota) haciendo invocaciones del estilo ‘remar todos hacia el mismo lado’ y ‘apretar los puños’.
En el caso de Ciudadanos (el partido) es fácil de entender, su propuesta no discute ningún orden establecido, se limita a exponer alguna medida reformista y a presentar caras nuevas como si en la virginidad supuesta de sus dirigentes hubiera alguna solución mágica. Más difícil resulta comprender a Podemos, quien en nombre de una profunda transformación, apela a los de abajo y engloba en ellos al 99% de la población. Vamos, a todos menos a los políticos actuales, al Rey, a Ana Botín y a Florentino Pérez. Como si los intereses, deseos y anhelos fuesen idénticos para todo el mundo, como queriendo negar cualquier conflicto. Es un discurso que cala en épocas de confusión, de marasmo; pero algo no cuadra en esta oración, o es mentira el sujeto o es falso el predicado. O ambas cosas.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 05-03-2015

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