domingo, 12 de abril de 2015

DATO MUY FRÍO

Los datos sobre el desempleo empiezan a parecer bonitos. Esa aparente bondad estadística se nota desde el momento en el que los portavoces oficiales se sientan en la silla desde la que han de informar. Sus sonrisas les delatan, pero hay poco que reprocharles, su misión consiste en que hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles. En este caso, su labor consistía en alimentar los números con el maná que por fin llega. Así, el número puesto sobre la mesa se convierte en dato irrefutable. El último, el referido a febrero, fue el 13.538, aséptica cifra que indica el descenso en el número de personas desempleadas. En boca de dichos portavoces el número es el sol esplendoroso que iluminará nuestro futuro. Bajando al detalle, el dato, sin embargo, pierde peso. Muchos de esos nuevos contratos son para pocos días o para pocas horas cada día, contratos que aflojan el nudo de la soga que rodea el cuello, pero que no permiten que entre más oxígeno en los pulmones. Empleos que no dan más que para sobrevivir esperando con el mismo miedo que llegue otro nuevo y así ir estirando la angustia. Los números, esos números, cuentan la realidad pero no la explican del todo.
El resultado de un partido de fútbol es, de la misma manera, una cifra fría, un par de números que por sí solos pueden servir para contar algo, pero que, muchas veces, esconden algún gato encerrado. Ayer, sin ir más lejos, el 2-1 que figuraba en el marcador al finalizar el partido del Real Valladolid puede ser contado con el almíbar que se quiera, más si cabe cuando se viene de tres derrotas consecutivas, pero la realidad es mucho más amarga. Salvo en un ratito de la primera mitad, el Mirandés superó en juego al Pucela que rezaba (bien acompañado, eso sí, por una afición enferma de la misma angustia) para que los minutos pasasen sin otro sobresalto que los empellones de los de la ribera del Ebro. El resultado garantiza las tres puntos, el juego alimenta el mismo miedo con el que se llegaba. Tres puntos que permiten que en el frigorífico no falten los alimentos suficientes para pensar que esta semana no llegará el momento del hambre, pero el juego mostrado es un contrato tan corto que no alimenta ningún optimismo, que no hace vislumbrar ninguna mejoría respecto al triple gatillazo, que no permite esbozar ningún plan de futuro. Es fácil escudarse, como con tanta frecuencia ocurre, en la dejación de funciones del interpelado, en la falta de voluntad, en el acomodamiento a la triste realidad. En el fútbol no es tan distinto y siempre se cita a la ausencia de testosterona como la primera responsable. Si el Mirandés nos ha atropellado, se piensa con demasiada frivolidad, es porque han corrido más, porque han puesto más ‘huevos’. Las cosas no son tan así, más que intensidad, lo que suele faltar cuando a ella se apela es un plan y el Valladolid parece que deambula sin mapa. Ese engañoso dos a uno, esta victoria de supervivencia, fue posible por dos fogonazos de brillantez de unos jugadores que juegan sin una idea, que corren sin coreografía. Mantenerse vivos, en cualquier caso, es una buena noticia. Lo malo es que tiene fecha de caducidad y si no aparece un contrato más largo, llegará la muerte por inanición.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 12-04-2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario