lunes, 21 de septiembre de 2015

'HINTELIGENCIA'


Los aviones se alejaban con destino al océano. Allí, en medio de ninguna parte, algún sumiso militar, valga la redundancia, abría la compuerta y dejaba caer la siniestra carga: cuerpos humanos, los unos asesinados previamente, los otros por asesinar. Mientras, en tierra firme, la caza y tortura del disidente era la distracción habitual de los miembros del ejército en ese Chile en permanente estado de excepción. En aquel entonces, el Gobierno de Pinochet crea un cuerpo policial, entrenado por el gobierno de los EEUU en la Escuela de las Américas, cuya labor consistía -asesinatos, secuestros y torturas mediante- en preparar el terreno represivo. Alguien tuvo la ocurrencia de llamar a este cuerpo ‘Dirección de Inteligencia Nacional’. A mediados de los ochenta la dictadura pinochetista seguía en pie y un médico, Sergio Pesutic, publica ‘La hinteligencia militar’, probablemente el libro con más densidad de contenido en relación al número de palabras que lo componen. Lo militar y la inteligencia solo adquieren sentido conjunto si una hache irreverente destroza el canon ortográfico. Por lo demás, la nada: inteligencia y militar son un clásico oxímoron, una contradicción en sus términos. Paradójicamente el no-texto de Pesutic tuvo gran acogida en aquella España de 1986 presidida por Felipe González donde la palabra ‘insumisión’ empezaba a ser habitual en las conversaciones juveniles. Como los tiempos a veces juegan con nosotros, la semana pasada, unas palabras del 'hinteligente' González, tal vez defendiendo sus intereses, quizá mostrando su verdadera patita, han querido dulcificar aquel horrendo régimen militar que arrojaba sus enemigos al mar.

Salvando las diferencias, Garitano me libre, parece que el libreto que sus jugadores ejecutan bien podría denominarse ‘Hinteligencia futbolera’. En cinco partidos oficiales ha sufrido cuatro expulsiones a cual más absurda. Suficiente tara para que el peso de los partidos vaya cayendo al otro lado del fiel de la balanza o, cuanto menos, vaya minorando la cuenta de resultados. Lo de ayer en Soria fue un ejercicio en el que algunos jugadores mostraron que carecen de inteligencia para entender su profesión o que, en un descuido, la olvidaron en casa. Que a los 17 minutos, aún con sangre en el cerebro, un jugador proteste un hecho intrascendente es para hacérselo mirar; que el mismo tipo, con tarjeta amarilla, zancadillee a un rival es para darle dos medallas. Que, ya con uno menos, a otro le dé por golpear sin ton ni son a un rival le coloca al mismo nivel. Así, a lo tonto, se perdieron dos puntos. Así, a lo tonto, es difícil rectificar.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 21-09-2015

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