domingo, 14 de febrero de 2016

EL PORTERO SANTO

El gentío se arremolinaba inquieto en el destartalado salón de actos. Allí estaban todos los vecinos del microcosmos de ‘Amanece que no es poco’ esperando ansiosos que el alcalde proclamase el resultado de las elecciones. Supongo que hoy en día esta escena sorprenda, pero antaño, sobre todo en los pequeños pueblos, era frecuente que las salas municipales se atestasen mientras se efectuaba el escrutinio en su doble vertiente: la que contaba los votos y la que escudriñaba quién había votado a qué. Los presidentes de las mesas, además de abrir los sobres e indicar el sentido del voto para su recuento, mostraban la papeleta a la concurrencia. Si este interés se despertaba en cualquier pueblecillo, imagínense en la aldea creada por José Luis Cuerda donde se votaba absolutamente todo.

Bien, el alcalde calma el bullicio con un ligero golpe de sus manos contra la mesa y expone los resultados: «En resumen, hemos ganado los de siempre; o sea, yo, alcalde; de cura...». Cuando llega el momento de relatar los elegidos para el orden público, el alcalde cede la palabra al cabo Gutiérrez. El hombre, compungido pero firme, plantea la nueva realidad:«La Guardia Civil ha perdido las elecciones. Las ha ganado la secreta». El pueblo muestra su sorpresa por lo primero y su desaprobación ante lo segundo, pero el cabo, muy digno él, acalla el vocerío y, con un punto de malicia, continúa su exposición con una frase que bien pueden reproducir los presidentes de las empresas del IBEX ante cualquier resultado:«Eso sí, la secreta somos nosotros mismos».
Supongo que, tras el partido de ayer, si alguien pregunta por los porteros, la respuesta de los técnicos del Athletic de Bilbao no diferiría mucho de la del cabo Gutiérrez: «El nuestro ha perdido el duelo. Lo ha ganado el del Pucela. Eso sí, el del Pucela también es nuestro». No es para menos, solo con una mirada se adivinan en Kepa hechuras de porterazo; viéndole actuar, semana tras semana, se confirma el hecho: estamos ante un portero muy grande. Kepa ha sido capaz de conservar lo mejor de la sobria escuela vasca de porteros -aquella que por parte bilbaína hilaba a Carmelo con Iribar, y a este con Zubizarreta- añadiendo todos los requerimientos que se exigen a un guardameta actual. Apenas acaba de cumplir los 21 y es tal la madurez que exhibe que solo caemos en la cuenta del dato al percatarnos de su cara aniñada. Si algo consigue esta temporada el Pucela habrá sido gracias a su centinela. De momento se encamina a los 500 minutos sin que haya que haber lamentado un gol rival. Lástima que su paso vaya a ser tan efímero. Llegado el momento, le despediremos de manera similar a la usada para aclamar al cabo Gutiérrez:«Viva el portero santo».

Publicado en "El Norte de Castilla" el 14-02-2016

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