jueves, 16 de noviembre de 2017

PALABRAS QUE SON MÁS QUE PALABRAS

Imagen tomada de www.zendalibros.com
Los estudiosos de la hermenéutica tienen la difícil tarea de extraer de los textos la información no escrita. Su labor consiste en bucear entre las palabras para encontrar algún tipo de mensaje que ni los autores de los pasajes que investigan tuvieron presente cuando los escribieron. Para realizar este ejercicio de interpretación, el receptor del texto se introduce en la piel del emisor tratando de, por ejemplo, conocer el contexto o averiguar las motivaciones. Así, una parte de este estudio consiste en analizar en profundidad el sentido de las palabras utilizadas. Visto de esta manera, cada uno de esos vocablos transmite mucho más que lo que su estricto significado define.  

Esta función, que parece propia de eruditos, debería sernos obligatoria cuando, dispuestos a leer, nos encontramos con palabras en principio desconocidas, con términos recién acuñados. Más aun si esas palabras, de repente, aparecen una y otra vez como si fueran un producto patrocinado. Un ejemplo de esto es ‘empleabilidad’. Este neologismo tiene apenas veinte años. Inicialmente solo aparecía en algún texto escrito en jerga especializada. Ahora se cuela por todos los lados. ‘Empleabilidad’ se puede definir como “La capacidad de una persona de acceder a un puesto de trabajo, mantenerse en él y reorientarse profesionalmente en otro…”. Un análisis hermenéutico, sin embargo, nos diría que el uso de esta palabra va más allá de su propia definición, que quien la utiliza está realizando una declaración de principios políticos, poniendo de manifiesto una visión del mundo que nos aboca a entender todo desde la perspectiva del trabajo. La virtualidad del neologismo consiste en envolver dicha filosofía con un ropaje novedoso para vender un mensaje interesado. Así, poco a poco, a la par que la palabra se asienta en páginas, el mensaje invade territorios hasta llegar al definitivo: la educación. De esta forma nos parece normal escuchar eso de ‘orientar la formación en términos de empleabilidad’; cuando, en realidad, ahí se esconde una voluntad de achatar el conocimiento potencial hasta circunscribirlo solo al territorio de la utilidad, como si las semanas del futuro solo tuvieran las 40 horas laborables en vez de todas sus 168. Con esa filosofía que parece sonar tan bien, casi sin darnos cuenta, dejaríamos a un lado el concepto global de formación para convertir las aulas  en centros de adiestramiento.

Las palabras, nos dijeron, abren muchas puertas. Algunas, sin embargo, parece que fueron inventadas para cerrarlas.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 16-11-2017 

No hay comentarios:

Publicar un comentario