Pues ya hemos visto el sorteo de los grupos del Mundial y nos ha quedado
muy de las Delicias, de la Rondilla, de los Pajarillos, de la Victoria: resulta
que en el grupo B, las selecciones de Marruecos, Portugal y España compartirán
sus esperanzas. Irán será el cuarto en discordia, esperemos que no les dé a los
persas por convertirse en la sorpresa y permita que las dos plazas
clasificatorias se repartan por aquí. Pero a lo que iba, en muchos barrios de
nuestras ciudades va a hacer más calor del habitual cuando llegue el estío. Sus
calles, desde hace años, son compartidas por personas de muchas raíces pero,
cosas de la vecindad, las gentes originarias de Marruecos y Portugal abundan.
De esta forma, los partidos serán casi derbis, se sentirán en las calles, harán
que los corazones de los barrios latan con fuerza, con sístoles y diástoles en
todos los sentidos.
Es más, estos encuentros se vivirán con pasión en muchos hogares donde parejas,
amigos o simples compañeros de piso, llegaron de sitios diferentes. Se darán
casos en los que los padres/madres animarán a la selección del país originario
y los hijos/hijas tendrán, por lo menos, el corazón dividido. Todos, eso
seguro, ocurra lo que ocurra con los resultados, tendrán amigos que salgan
satisfechos y otros decepcionados. Pero así es el fútbol y la vida. Nos permite
alegrarnos con la alegría y sufrir con el dolor de otros.
En 2010, cuando España se impuso en el Mundial de Sudáfrica, las calles se
llenaron de esos nuevos españoles felices luciendo la camisola del campeón como
queriendo gritar a los cuatro vientos que ellos también eran un poco de aquí.
Ellos, los que vinieron, sufren el mal del doble desarraigo: allí son de aquí,
aquí se les sigue viendo como de allí. Sus hijos, incluso más: sin terminar de
ser vistos como de aquí, ya no tienen nada que ver con las sociedades de origen
de sus padres.
Al final, cada corazón latirá por la selección que más le atrape, pero, todos
nuestros vecinos querrían que se clasificaran las tres y se alegrarán por las
dos que lo hagan, aunque ninguna de ellas sea la propia.
Los ayuntamientos tienen una perfecta ocasión para organizar actividades
relacionadas con los diferentes partidos de este grupo B en las que se potencie
la armonía de lo diverso dentro de una sana rivalidad deportiva. A los partidos
de fútbol se les llama ‘encuentros’ precisamente por eso: porque son un punto
de encuentro. Puntos de encuentro como las Delicias, la Rondilla, los
Pajarillos, la Victoria….
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