jueves, 1 de marzo de 2018

AHORA, AHORA, AHORA, QUINI, AHORA


Existen personas a las que su grandeza les permite transgredir los límites que en principio marcan su tiempo y sus hazañas. Son ya para siempre, se han convertido en propiedad de todos. Quini es una de esas personas. Mirar ahora una foto suya, traslada a toda mi generación a la infancia, a aquellos tiempos en que la radio era la conexión con el mundo, a aquellos domingos en los que pasábamos la tarde girando y girando la antena o ajustando el dial para evitar las malditas interferencias.
Cuesta explicar a los niños de hoy en día que el Barça era un equipo mucho menor que ahora, un eterno aspirante, la historia de una pretensión de grandeza que se le escapaba, de vanos esfuerzos por ser algo más chafados por una fatalidad que siempre se interponía en su camino. Quini fue la esperanza de que esa maldición concluyese. Cuesta explicar a los niños de hoy que aquellas ligas las podía ganar la Real Sociedad o el Athletic de Bilbao.